MI TESTIMONIO, espero Dios ministre a tu vida.





¡La historia  que tocará tu corazón!





TRANSFORMADA POR EL PODER DE DIOS

 


Un testimonio verídico…


Hoy, deseo, hablar sobre  capítulos en mi vida, cual libro de  constantes experiencias que nos lleva a plasmar: risas, llantos, recuerdos y olvidos;  sí, ese que se hace inolvidable y magno porque inició: grandes testimonios, un estilo de vida, la muerte de seres amados, la sanidad que Dios hizo en mí y muchas otras experiencias inolvidables.

La primera vez, que conocí al Señor, fue en el 1971 a mis 16 años. Un tiempo que fue muy fugaz, aunque jamás, esa fue mi intención. Es apremiante señalar, que hoy día, muchos de esos prejuicios están latentes en mí. Por eso, es necesario recordar que la Iglesia, es el lugar óptimo para encontrar sanidad interior; es por eso, que muchos enfermos y quebrantados de corazón, al ser heridos y golpeados por las experiencias vividas necesitan un bálsamo divino para sanar.  Cada, ser que ha sido curado con ese bálsamo divino que provee Jesús, debe abrir su corazón y ofrecer ese amor, recibido por quien en esencia es amor,   Cuando, debemos  ser fuentes de sanidad divina, las personas se convierten en jueces severos y hambrientos por dictar una condena perpetua, aniquilando vidas y sepultando la esperanza. Cercenan toda posibilidad de disciplina, de sana doctrina que se ha plasmado en la Palabra de Dios y a su vez la posibilidad de un cambio benéfico en la vida del que perece.  Es vital, que se provoque un encuentro personal con el Señor en aquellos que se acercan a Dios, para que cuando llegue el momento difícil, la prueba o el golpe, no se salgan del camino de la redención. En mi caso, me sentí tan humillada, que opté por no seguir sirviendo al Señor…asi que comencé a forjar mi camino, un camino de diez largos años…

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”  Juan 15:5

No todos los que aceptan al Señor tienen un encuentro personal con el Señor. Hay que llevarlos a que eso suceda,  porque sino,  cualquier golpe que reciban,  los sacará del camino.

Luego de comenzar mi vida lejos de Dios, tuve una muestra de su amor  para conmigo y  en su misericordia, no sabía que era con propósitos.  Mi segundo hijo Joel cuando era apenas un bebé, lo deje cuidando con su abuela paterna.  Alli tuvo una caída.  Mas tarde, cuando fui a recogerlo y jugando con él me di cuenta que tenía en su oreja lo que parecía un coágulo de sangre hacia afuera.  Pregunté y nadie sabía qué decir.  Con preocupación lo lleve al médico y al siguiente día, cuando el pediatra ve los estudios, efectivamente encontró un coágulo de sangre en su cabecita y había que sacarlo en un proceso de succion con aguja.  Me asusté tanto que le dije a mi padre: ¿qué vamos a hacer?  Él dijo:”trae el nene a casa que vamos a orar por él”, así hice.  Algo riesgozo, pero la fe en Dios fue probada.  Asi que firmé los papeles y cuando llegamos a casa, él impuso sus manos en fe sobre el nene y al siguiente día… ¡Cuál fue nuestra sorpresa! Ya el coágulo había desaparecido.  Claro, esto no hizo efecto en mí, para tornar mi mirada al Señor.  Le di gracias por tan grande milagro, pero por unos momentos,  no me impidió,  seguir mi vida sin El. Volviendo a los sucesos antes de mi segunda conversión, pasaron diez años, en los que trate de forjarme algunas metas. Una de ellas era lograr terminar la Escuela Superior, en lo cual tuve éxito a duras penas.  En realidad, eso fue el comienzo de un camino completamente distorcionado, por causa de mi rebeldía y de las malas decisiones.  Las cuales, no tuve tiempo de analizar. Como haberme casado, apresuradamente y sin darme el tiempo de conocer esa persona con quien compartiría probablemente compartiría el resto mi vida, cosa que no sucedió.

Como consecuencia, todo provocaría en mí, muchas emociones como:  la frustración en mi vida, la ira, el enojo y todo lo que conlleva una decisión donde Dios no estaba presente.  Muchas expectativas que muchas veces nos forjamos en las personas en quienes ponemos nuestra confianza.  Esa rebeldía, que nos transforma el carácter, una soberbia que con la cual me llevaría todo lo que pasara frente a mí, con toda mi amargura e hiriendo a todos; a mi paso.   Cuando ya contaba con 23 años y pensando, que esta sería una nueva oportunidad de rehacer mi vida, los planes de satanas eran otros.  Al paso del tiempo el circulo social, va cambiando y comenzamos a compartir con amistades en cenas y reuniones nocturnas mas el uso de la marihuana era que no faltaba en esas actividades.    Todos lo hacían y por qué yo no.  Todo parecia algo divertido. Cada vez, que nos reuniamos sucedía lo mismo… hasta ser una rutina en mi vida.  A mi me parecía algo normal y divertido.  Pero, cuando uno se traza planes, ya satanás prepara un ataque frontal y directo.  Conociendo nuestra vulnerabilidad.

 A todo esto, mis padres; ya convertidos al Señor, comenzaban a experimentar los primeros  ataques del enemigo, directo al corazón y en la parte más amada, sus hijos.  Pronto ellos serian probados en su fidelidad en medio de la crisis, de la desesperación con una hija que comenzaba a derrumbarse y de que manera.  Llega la crisis a mi vida y se abre la oportunidad de aliviar mis momentos difíciles y drogarme en era olvidarme que el mundo se derrumbaba sobre mí.  Así pasaba el tiempo y comenzaron nuevas etapas en mi vida.  Llegaron las crisis de pareja, comencé a integrar el alcohol, como algo social y pensaba que tenía el control.  Mientras mi relación se deterioraba, comenzaron las peleas y prisiones  emocionales, las depresiones,  la frustración y la tristeza.  Es el sentir  que nada te sale bien y solo maldiciones salían, de adentro hacia afuera.  Sólo pensando, qué voy a hacer sola con mis hijos, cómo me voy  levantar de ésta.

Para el 1980, estuve involucrada en relaciones fugaces, con la intención de poder sufragar los gastos y cubrir mi necesidad de usar drogas. Personas pasaron por mi vida y ni las conocía.  Mis metas, se vieron destrozadas. Ver cómo otros lograban sus ideales,  ver otras relaciones exitosas y para mí la vida se derrumbaba… así que endurecí mi corazón.  Llegó el divorcio a mi vida; y así el uso de la cocaína, más el alcohol y la marihuana.  Fumaba viciosamente varias cajetillas de cigarillos al día buscando saciar mi ansiedad.  Me levantaba alcoholizada, golpeaba mis hijos, no comian bien, fumaba marihuana constantemente y así pasaba mis días; todo era buscar lugares de diversión, pubs donde varias veces ocurrían peleas.  Muchas ocasiones, dejaba mis nenes solos en casa, pues mis padres estaban de viaje .   Pero,  al enterarse de mi vida descarrilada, regresaron a Puerto Rico. Inclusive en una ocasión, mi vecina llamó a Servicios Sociales, fui investigada y salí airosa, pues, ya mis padres habían regresado de EU. 

Tuve un accidente de auto, también estuve a punto de ahogarme en la playa en dos ocasiones.  Era un plan de destruirme que iba en aumento; planes de muerte, de quien gobernaba mi vida en ese momento. “…conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,”  (Efesios 2:2).

Ya en esta etapa, era asidua compradora de drogas, en La Perla en San Juan.  En donde una vez, fui detenida junto a mis amistades.  Pero, solo yo fui la única en ir a la cárcel de mujeres, en Vega Alta.  Ese dia, lloré amargamente, toda una noche.  Fue horrible, parecía una eternidad… Fue el día más largo de mi vida, una noche obscura, fría donde pude pensar en como había podido llegar a ese lugar.  Pero, salí de allí, me fueron a buscar mis amistades y ya lista para comenzar de nuevo las andadas… Ésto era algo sin final, uno no escarmienta, solo piensa en el siguiente paso, asi que salimos a drogarnos enseguida, pastillas, alcohol, drogas.  Todo iba en aumento, era tanto, que muchas veces, no sabía ni cómo llegaba a casa. Ahora entiendo, que Dios, escuchaba la oración de unos padres que sufrían amargamente. Es triste ver un hijo en esa condición; no verme llegar algún día, ese desvelo de una madre que lloraba.  Eso no lo pensaba, pero verdaderamente, Dios tenía propósitos conmigo y mi familia.  Vivía distante de mi familia, en mi mundo… no me importaba ver a mis padres; ni sus preocupaciones, no existía la comunicación. No tenía compasión, ni de mi propia madre que estaba enferma de tristeza algunas veces estuvo enferma y yo pasaba por su casa de largo ignoraba su condición.  Es más, les puedo decir, que no había amor en mi corazón, nada.   Era como si hubiese muerto ese sentimiento, ni siquiera por mis hijos, más amaba a los de la calle, que a los que se preocupaban por mí en casa.  Uno está lleno de tanta maldad, es horrible.     

Dice la Palabra del Señor “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que todo te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.”  Y ya estaba, yo quebrantando ese gran mandamiento con promesa que conlleva una promesa, así que iba de cabeza a un abismo.  Como dice el Salmo 42:7 ”Un abismo llama a otro abismo.”  ¡Cuántos días de nuestras vidas pasan sin que nos acordemos de Él como corresponde!  Los hombres emplean todo su ingenio, pero no pueden hallar la felicidad en el camino del pecado ni en las excusas. Pueden ir de un pecado a otro, pero nadie que se haya endurecido contra Dios y lo haya abandonado prospera.  Dice Proverbios 28:14 …”Mas el que endurece su corazón  cae  en el mal.”  Cabe mencionar, que al paso del tiempo, tuve una relación donde él conociendo, sobre mi estilo de vida,  aprovechó su oportunidad de trabajar con mi mente por 2 años, envolviéndome por un tiempo con un manto negro de maldad y lograr que  ofreciera mis servicios a hombres, que él mismo, me solicitaba que buscara, para poder subsistir y satisfacer también sus enfermisos deseos.  Momentos aberrantes y horribles, que en ese momento, no podía verlos como algo desagradable, pero en mi realidad actual tuve que buscar la manera de recuperarme de tan profunda herida, no podía contarle a nadie y buscar ayuda de tan mal que se siente uno de tan solo recordarlo.    

“Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final es camino de muerte.” Prov. 14:12

¿Cuántas veces, se nos advierte, para evitar que nos hagamos más daño?  ¿Cuántas veces hemos ignorado hasta las advertencias de Dios para que nos alejemos del peligro y con oídos sordos, continuamos con una terquedad que nos lleva a grandes derrotas?  Nunca pensé en mi vida que estaría a merced de la heroína; ¡y qué nombre…, “heroína”! destrucción debería llamase. Muchas veces, recibí advertencia de que no me acercara a esa droga y no me importó lo tome como algo sin importancia.  Así que, como algo nuevo comencé a experimentar con la heroína.   ¡Qué error! su adicción es más fuerte… no encuentras cómo salir de ella.  Cuando  te inyectas una dosis, y al pasar de las horas ese deseo de sentir el efecto nuevamente; eso era un momento de satisfacción, te gusta y es como si causara placer y te trasportara a un momento de relajación que te puede llevar a la muerte.  Es por eso, que el mismo cuerpo, te la reclama y te destruye de adentro hacia afuera.  Ya había llegado a un punto donde pesaba casi 100 libras.  Perdí mi trabajo, me gastaba mi dinero en ella, me convertí en una persona más irresponsable, mas de lo que ya era.  Perdí la poca sensibilidad que me quedaba, arriesgué mi vida en muchas ocasiones. Experimenté varias sobredosis y les contaré sobre algunas de ellas. 

1.       La primera vez, nos fuimos a La Perla en San Juan, a un hospitalillo. El piso estaba hecho de cartones y uno tenía que doblarte para entrar allí, era sucio y maloliente.  De allí, me sacaron por los dos brazos, casi sin poder caminar, arrastrando mis pies, porque me quedé sin aire, al borde del desmayo. Me ayudaban para poder respirar y mantenerme en movimiento. 

2.       En otra ocasión entré con una amiga mía, a un garaje de gasolina y del baño, me sacaron en una ambulancia. Llegué moribunda a la sala de emergencias.  Esa misma amiga, que era amiga de los vicios, siempre me decía, no sé porque siempre que te pasa esto, yo estoy contigo.  Pero Dios, tenía propósitos que ella no podía ver, ni entender.

3.       En la barriada Venezuela en Río Piedras, entré a un hospitalillo que estaba cercado con planchas de zinc.  Por ahí mismo me sacaron, arrastrándome por encima de la verja hecha en zinc y raspando mis brazos al pasar mi cuerpo por las planchas de zinc.  Perdí mis zapatos, llegue toda maltrecha al hospital para ser revivida nuevamente.

4.       En otra ocasión, estaba en mi casa con mi hijo más pequeño de seis (6) años aproximadamente. Estabamos hablando y yo encerrada a punto de ducharme, mientras estaba preparando la droga, entré a la ducha y cuando terminé de inyectarme, caí en la bañera con una sobredosis. Me encontraron desnuda, sin vida.  Cuenta mi madre, que me dio respiración boca a boca, algunos golpes y reprendiendo al diablo. Sólo recuerdo a mi hermana, clamando a Dios, que me diera una oportunidad y así regresé a la vida. 

Es un viaje que tú, no sientes nada, es como cuando te ponen anestesia, que te vas sin conciencia y los médicos me decían tuviste suerte, esta vez.

5.       Dos veces, me fui en sobredosis mientras iba en el carro, y por cosas de Dios, una de ellas, ibamos llegando a Río Piedras y me llevaron a emergencias.  Cuando el médico, me vio despertar me dijo: “si hubieses tardado 30 segundos más, hubieses muerto…”  Me dije, a mí misma, en ese momento: “hasta hoy llegué, ya no más, mañana, me voy  para la iglesia.” 


   En 1987, me levanté, un domingo, le pregunté a mi madre si iban para la iglesia y me dijo con mucha frustración: “Yo no sé, pregúntale a tu padre”.  Le dejé saber que me iba al culto y me vestí. Lo hice, lo mejor que pude; con el unico traje rojo que tenía cuando  me mire al espejo  parecía un cadáver.  Así, que me fui con mis padres para el culto en la  Iglesia Bautista Bethel, Bo. Malpica en Río Grande, que pastorea Marilú Dones y donde mucha gente conocia del sufrimiento de mis padres, pues eran miembros activos.  No recuerdo, de qué hablaba el mensaje, porque si  me acuerdo, que Dios comenzó a ministrar a mi vida y a mi corazón.  La pastora, pide reverencia en ese momento, nadie se mueve a la hora de llamado, todos a interceder es un momento de vida o muerte, es el momento de arrebatarle las almas al diablo,pues el estará jugando la ultima carta  ahí susurrando en tu cabeza memoria los momentos del pasado que evitaran que entregues tu corazón a Jesus.  Es en ese momento donde las vidas  tendrán esa lucha para dejar todo atrás, momento de decision…!!!   Nadie se mueve de su asiento, todos en comunión para que  El Espíritu Santo, comienze a entrar enlas vidas y en la mia, sentía como vibraba todo mi vientre, toda una experiencia,  hubo una cirugia.   Y se cumplia aquella palabra en San Juan 7:38 “ El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Mis padres, detrás de la banca, permanecían  intercediendo con “… toda oración y suplica…” 1 Reyes 8:38  y toda la iglesia hasta que ya no soportaba tanto amor que me    mi corazón.  Llamé, a uno de mis padres para que me llevara al altar, porque no podía ni caminar. Casi me caía, iba temblando todo mi ser, mi vientre comencé a llorar como hacia tiempo no había hecho… Pues, sentí el amor de Dios entrando a mi vida como si me abrazará y me recibiera con todo su amor… Fui libre al instante.  ¡Qué experiencia!  Fue maravilloso.   Ya no hubo más droga en mi vida, no más cigarillos, no mas dependencia, limpia completamente. Estuve durmiendo como varios días consecutivos, en un recovery de Dios.  ¡Que tremendo! Enseguida comencé a testificar a otros  y al mundo de lo que Dios había hecho en mi vida, pues en esa iglesia, se graban los testimonios para todo Estados Unidos.   ¡Fue glorioso saber que otros conocerán de ese Cristo que transformo mi vida!

Luego de todo esto, mis padres fueron llamados a trabajar como misioneros en la obra del Señor.  Comenzaron con mas fuerza y respaldo de Dios… Contando lo que Dios habia hecho en mí y cómo ellos habían logrado vencer esa prueba, con la llave más ponderosa que rompe cualquier puerta  “la oración”   Pero, siempre hay un pero…  las consecuencias de mi vida pasada de un pecado que trajo consecuencias.  Ya Dios, me había hecho nueva, me perdonó, limpió mis vestiduras. Testificaba del poder de Dios para libertar al cautivo; cogí mis clases de bautismo, clases de nuevo creyente de un año, clases de líderes.  Todo el año, estuve cogiendo seminarios y adiestramientos durante 10 años aprendiendo de su palabra y llego el desierto, como le llega a todo el mundo.  Pero es ahí en ese desierto donde seremos preparados para todo lo que tendremos que enfrentar y es ahí donde aprenderemos a usar las armas espirituales.  Demostraremos pues, la obediencia y la fe…  muestra de mi amor  a Dios.  Así que volvemos a la carga de los problemas, pero esta vez con Dios en mi vida y aceptando que Dios siempre quiere y sabe que es lo mejor para nosotros.

Comenzaron las dificultades, nada me salía bien, todo era alrevés, no sacaba el pie del plato.  En mi ignorancia y desesperación comenze a reprochar a  Dios, por qué estaba siempre envuelta en los problemas, hastiada, no progresaba por más que lo buscaba y lo buscaba, por más que le servía, ya estaba cansada, “Ay mi Dios qué sucede?”  Era un bebe espiritual, no entendía, todavía, lo que era vivir en pruebas. Pero mi padre, me daba ese bendito consejo que me chocaba; de que tenía que entender, que eran las consecuencias de mi vida pasada.  A lo que yo contestaba:”pero cuánto tiempo más dura  esto.”  Comencé  a orar;  al paso de los meses, dejé mis protestas y baje la guardia, dejando todo en las manos del Señor, cosa que debí haber hecho desde el principio.  Pero, quién le hace entender a un niño espiritual… sólo la oración y la perseverancia y el apoyo de mi familia me sacó de ese paso, así que subí ese escalón.  Pero, Dios quiere seguir forjando el carácter que le agrade a El, moldearnos a su parecer.   Para completar, vino el gran golpe, mi hijo, Ricardo tomando en camino errado… ¡Un caso, por venta de drogas! Así que,  preso, mi hijo, comenzó mi travesía por la vida carcelaria.  Fueron 9  años de los que había distorsionado su futuro, que misión me esperaba.  Con mucho amor, le di mi apoyo incondicional, pero firme en que tenía que cumplir su condena.  Lo apoye en todo lo que pude en su momento de dificultad.  Esto me llevaría a vivir sus consecuencias juntamente con el que terrible… Así que, casi acepte mi realidad.  Estuvo en el hogar, Cena en Río Grande, La 1000 en Bayamón, la Cárcel de Guayama, Las Cucharas en Ponce y la Regional en Naguabo. 

Para el 1996, llegó lo inesperado… mi hermano estaba entregado a la vida de la drogadicción, nuevamente la historia se repite.  Que dolor, pasar por este suplicio que ya viví.  No, no puedo, es más no podré.  Me preguntaba por qué estaba en la droga, si le hemos ayudado a más no poder.  Entraba a la iglesia y salía, estaba en  hogares de rehabilitación y volvía a la droga; era un entra y sale. Estaba harta de eso y para el colmo, mis padres sufriendo de nuevo por esa porquería, llamada droga.  Yo no comprendía, ni aceptaba verlo viviendo así.  Lo vimos progresar y decaer, empezó a robar en casa nuestras cosas, era terrible.  Así que, le llegó su hora, la muerte se llegó a su vida.  Fue envenenado en Loíza con una droga y echado en un pozo de aguas negras, donde pasó la noche. Pero, había unos padres orando para que Dios lo trajera con vida. Dios lo trajo a casa.   Dios en su infinito amor, le pues  mi padre tuvo la oportunidad de hacerle el llamado y ser salvo.

Cuánto desprecio mostramos con el que no tiene nuestros mismos intereses espirituales,  cómo los hacemos a un lado!!  Hasta le negamos el amor que Dios,  una vez tuvo con nosotros cuando estabamos en el fango. Cuánto lloré, amados; cuando el se fue. Cuánto me reproché la dureza de mi Corazón.  Lo juzgué, cuando el siempre me amó a mi en su vida perdida, y yo no le di el tiempo que merecía… fue horrible.    Así, muchas veces le correspondemos y le hacemos, a veces a nuestras familias o amistades que no le sirven a Dios,  lo he vivido.  Hasta con un mendigo en la calle, no tenemos piedad.  Muchas veces, los escuchamos hasta bendecirnos sin ninguna vergüenza y cuantas veces bendecimos a un mendigo, o un sucio en el piso tirado???  Así, que aprendí mi lección, mi hermano aceptó a Jesús, antes de morir… ¡Gracias a Dios y lo alabo por tan grande amor!  

Luego de eso, mi dos hijos esta vez.  El que tenia casos de tribunal  que entraba y salía de la cárcel,  se había buscado otro caso de tribunal junto a su hermano le dieron una probatoria. De manera que uno fue preso y el otro su abuela paterna, se hizo cargo de él por orden del tribunal, para poder salir bajo fianza.  Yo le dije déjelo preso, allí el aprenderá una lección, pero muchas veces el orgullo nos lleva a tomar decisiones erradas, y que pueden destuir nuestra vida y asi fue.  Lo que me contesto fue “como mi nieto va a estar en la cárcel?  Y… pago la fianza.

Asi que el muchacho no pudo soportar, pensar en ir preso y comenzó a usar drogas que él ni siquiera sabia manejar, pues no era usuario. Tuvo una sobredosis y lo llevaron a emergencia y se salió sin ser dado de alta asi que firmo los papeles y  los medicos lo dejaron ir.  Así, que unas semanas antes precedieron 2 eventos durante la probatoria mi hijo Joel;   _apareció por casa, para darme un abrazo y decirme cuánto me amaba. _Luego, se quedó en casa una semana, donde compartimos una semana bien feliz. Le cociné sus platos predilectos, reimos juntos y doy gracias a Dios por eso.  Luego se fue para casa de su abuela paterna.  Pasaron unos días, cuando  mi padre años toca la puerta, para darme la noticia, de que algo le había sucedido, la maldición de la droga, nos había vuelto a alcanzar… se había llevado a mi hijo Joel con 22 años.

No habían pasado, nada más que  8 meses de la muerte de mi hermano y mi hijo de 22 años ya había muerto.  Ay, hermanos, qué dolor tan grande sentí en mi pecho al igual mi familia.  Así, que me vestí con toda la fortaleza del mundo. Me fui a casa de su abuela y allí estaba, tendido en la cama como un angelito. Esa noche, le había pedido perdón a su abuela diciéndole que no volvería a repetir nuevamente esa conducta y que lo perdonara, y falleció.  Ya el dolor, no cabía en mi vida… Ver a mi madre que no se recuperaba de la muerte de mi hermano y ahora ella con su nieto que ustedes saben cómo se quieren.  Con todo esto, recuperé mis fuerzas en Dios. Fuimos molidos y levantados de nuestras crisis, aunque mi madre estuvo 3 meses hospitalizada por la perdida de mi hermano y ahora el nieto,  yo tuve que recuperarme por ella y le di gracias a Dios, que me regaló 22 años de su vida.

 Luego de eso, pasaron 5 años, donde a uno le da tiempo a recuperarse. Fui a hacerme unos estudios de rutina, como me seguí haciendo por muchos años. El HIV, siempre me salia negativa a Dios sea la Gloria.  En esta ocasión conoci una persona en los caminos del Señor e iba a casarme para el año 1999 y para mi sorpresa, el médico encontró algo en mi hígado. Asi que me refirio a estudios más especializados en Centro Medico, en el centro de enfermedades catastróficas.  Enseguida me hicieron una biopsia del hígado y estudios de sangre en laboratorios especiales que ellos tienen para esos casos y me descubren una hepatitis C crónica; con una carga viral de 200, con la posibilidad de que podia evolucionar luego de varios años, en una cirrosis (cáncer de hígado) y yo tenia un comienzo de una cicatriz fibrosa hepática, esto ocurre para sustituir las celulas dañadas.

En Centro Medico, la Dra. Adelaida Ortiz, me ofreció el tratamiento con todos sus riesgos.  La inyeccion Rivabirina con otro medicamento, como si fuera quimio y que causaría: pérdida del cabello, alergía, depresión, más daño a otros órganos, anemia crónica y otros.  Así, que sólo vi, dos de ellos; alergía donde me inyectaba en grandes proporciones y  mi Hemoglobina, bajó al piso, me subió la presión y hubo que inyectarme Epogen un medicamento para subir la hemoglobina, dolorosas por cierto, todo un martirio.  Así, que bajo esos cuidados médicos, estuve seis meses.  Fui difícil volver a usar jeringuillas, pero había que hacerlo y cómo lo detestaba. 

Durante esos meses, como miembro activa de la Iglesia Asambleas de Dios, en Carolina, tenía a mi cargo, el Ministerio de los Royal Rangers.  Era una líder activa, Dios puso ese ministerio en mis manos, en  momentos de ansiedad.  Dejé todo en sus, pero sí, humanamente hablando, venían momentos de tristeza y preocupación. Tuve que aprender a vivir con eso, pues era una realidad en mi vida.  Más la tensión durante que viví por 6 meses, donde diariamente pensaba qué sería de mí, si no mejoraba, el enemigo trató muchas veces de intentar que mi fe flaqueara.  Pero, fueron en esos momentos, que estuve rodeada con gente que  me impartía, palabras de fe y esperanza.  Luego, de varias citas médicas y revisiones en las que tuve pasar todas esas etapas de contraindicaciones, monitorieo constante, llegó el día de la cita donde vería en qué estatus estaba el tratamiento y qué había hecho en mí.   Este examen de revisión  en el 5to.  mes del tratamiento.  Se determinaría, si seguíamos o terminaríamos, así que mi esperanza estuvo en Dios.  Asi que el estudio salió .01, estaba idectectable. Si al año, no aumentaba dicha carga, había desaparecido. Y al año, había desapareció. Tengo mi evidencia médica, que así lo determina.

Soy más que agradecida, de haber salido airosa de tan terrible vida. Muchas de mis amistades no tuvieron la misma bendición, unos con transplante de higado, otro falleció, uno con sida y otro terminó atado a la metadona y al dia de hoy todavia lo está con una inflamación de hígado, tiroides y   neuropatía diabética.  Durante mucho tiempo; estuvo en mí, la idea de contar mi vida a otras personas: hombres, mujeres, adolescentes y algunos padres que sufren, lo que sufrieron mis padres, sin perder la fe en ese Dios todo poderoso.  



 Siempre con la esperanza viva de que Él tocaría mi corazón.  Muchas personas, que conocían mi vida y parte de los sufrimientos que se vive en la adicción a drogas, me decían que debía plasmarla en un libro, aún gente que no tenía a Dios me instó a que comenzara a escribirlo y ese será mi nuevo proyecto.
 
  
Agradezco a mi familia todo el apoyo que siempre me han brindado.





















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